MUNICIPIS DEL BAIX PENEDÈS

Calafell


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Calafell, platjaLos
habitantes de Calafell, como los del todo el Mediterráneo y, cabría decir, como los de la mayor parte de la península ibérica, vieron llegar a los romanos, los árabes, los señores feudales (tanto nobles como eclesiásticos), las guerras con el inglés, con el francés, entre los propios monarcas, la guerra civil y, por fin, los turistas. Todos fueron dejando su impronta.

En la Edad Media, Calafell surgió, como otros pueblos del Baix Penedès, alrededor de un castillo que servía de protección y que fue construido, o reforzado, por la familia Palou, entonces señores de Calafell. Siempre fue conocido, al igual que la iglesia ubicada en el interior de su recinto, como de la Santa Creu. Se sabe que en el siglo XI lo adquirió el conde Ramón Berenguer I. En el XIV estaba en poder de la familia Castellbisbal primero y de Galzeran Dezlor i de Palou después. En el XVII el señor era Frederic Desbosch i de Sant Vicenç. Fue también hospital de pobres. Las tropas de Felipe IV destruyeron una parta de él, junto con el núcleo urbano de Calafell, en la Guerra dels Segadors. Los enterramientos se hicieron hasta mediados del siglo XX dentro del recinto del castillo y de la propia iglesia.

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Castell de CalafellEl conjunto estuvo abandonado hasta los años 80.
En la actualidad el castillo y la iglesia están restaurados y, al igual que en la Ciutadella, con la ayuda de los modernos guías-turísticos en forma de cinta grabada, es posible la visita al recinto, a la iglesia románica que conserva parte de sus pinturas, al aljibe y, sobre todo, ver desde lo más alto el bosque, la plana cultivada y la playa urbanizada, mientras se comprenden las características de su pequeña historia. Se ocupa de su conservación el Patronat Fundació del Castell de Calafell, que gestiona asimismo todo el patrimonio histórico de la localidad, la Torre de Viola, por ejemplo, medieval, rectangular, que conserva algunos muros de protección.

En la actualidad, el municipio de Calafell se encuentra delimitado en tres zonas muy bien diferenciadas. En la parte de arriba (el pueblo propiamente dicho) el núcleo de viviendas se arracima, en calles estrechas y pinas, en descenso desde el castillo y la vieja iglesia. En la parte de abajo, la que antaño fue marinera, está convertida en zona turística por excelencia. La tercera es Segur. Y aún habría que mencionar las masías, unas integradas en los caseríos y otras no. La Masía de la Sínia, del siglo XIX, mantiene todavía las instalaciones de destilería para la producción de aguardiente. La Masía de la Graiera aparece documentada desde la alta Edad Media. Y el Mas de l’Espasa. Hay que mencionar Montpaó, despoblado desde los años cincuenta, que lleva el apellido de una familia noble de l’Alt Camp. Algunos historiadores aventuran que podría tratarse del primitivo enclave de Calafell. Permanece su nombre en un torrente.

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Estany de CalafellDurante años la costa de Calafell, como toda la Dorada, estuvo dedicada a la pesca. Las botigues (de las que hablaremos) fueron empleadas como almacén, después de que los pescadores que vivían en ellas pudieran hacerse con viviendas más cómodas. Datan de la primera mitad del XVIII, y la primera referencia aparece en el Llibre de comptes del lloch de Calafell (1720-1732). Estaban distribuidas en dos trajos o tramos simétricos: el Trajo de Levante y el Trajo de la Espineta, en este último todavía pueden verse dos. En todas las casas marineras había, enterrada, la pedra del llamp, para evitar maleficios. Tiene forma de hacha neolítica (tal vez alguna sea un hacha de esta época) pero sin pulimentar.

Nadie mejor que el poeta y editor Carlos Barral para expresar, y de manera literaria, cómo eran esas playas. Las dos únicas botigues que todavía permanecen en pie fueron adquiridas por su familia, están juntas, y en una de ellas, adquirida por el Ayuntamiento a su viuda Ivonne Hortet, se conservan sus cosas más preciadas. “Calafell era el mito de la infancia feliz (...) el paisaje y la historia de donde procedían todos mis secretos y las recetas particulares de mi modo personal de existir (...) Calafell se convertía en el lugar litúrgico del culto al padre desaparecido (...) En el sacro recuerdo, el padre figuraba como el genio de Calafell y de toda aquella costa todavía no descubierta por las capas representativas de la burguesía barcelonesa (...) Mi familia se instaló en Calafell en 1928, año en que yo nací, durante un par de veranos, provisionalmente, en una casa de alquiler, la de la Borregueta, casi en la desembocadura en el mar de la carretera, y luego en una casa que compraron, en la misma arena, frente al mar. La casa en que yo paso aún mi tiempo libre”.

Dejemos que sea él, marinero impenitente, quien describa las casitas de la orilla del mar. “Las botigues de los marineros calafellenses eran casi todas iguales. La mayoria eran casitas de dos plantas, con las habitaciones en el piso de arriba y la cocina y el almacén en la planta baja. Estaban abiertas a la arena por delante y a las viñas por detrás mediante una pequeña galería. Generalmente tenían un árbol donde se ataba la cabra que proveía leche, unas conejeras y un lavadero de piedra que servía tanto para limpiar como para teñir redes y cabos.  En la planta baja solía haber dos cocinas, una cerca de la puerta de salida y a pie de escalera que constituía el comedor de invierno. La otra, cerca de la puerta de la galería, era donde se cocinaba en verano. En esta planta sin tabiques la mayor parte del espacio la ocupaba el tablado, plataforma encima de la cual se guardaban las velas y las redes y palangres nuevos. Encima y bajo el tablado vivían los gatos, que aseguraban la absoluta protección de las lonas y el hilo de algodón de las posibles ratas. Las tribus de gatos vivían en régimen de simbiosis con la tribu marinera. Se alimentaban cotidianamente de los deshechos de pescado que no se vendía. Era frecuente ver a la llegada de los vacaires procesiones de gatos saliendo de las casas hacia las barcas, a la búsqueda de deshechos (…)”. ¡Paraíso perdido!

Calafell. Museu Casa BarralCarlos BarralCalafell. Museu Casa Barral


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Calafell. Museu Casa BarralCalafell. Museu Casa BarralCalafell. Museu Casa Barral

La otra parte del trabajo, aquella que realizaban las mujeres, llamados trabajos de tierra, se componía de tejer y armarse. Se hacía en casa de los patrones por las mujeres de estos, en secreto, para no desvelar ante los otros sus artes. El trabajo de apedazar se hacía en la arena. Los días de sol las playas de pueblo estaban llenas de mujeres cubiertas con grandes sombreros sobre pañuelos atados debajo de la barbilla.

Además de la casa en el Trajo de L’Espineta, donde se conserva el universo de Barral, hay otro lugar donde se cultiva el recuerdo de ese personaje alto, enjuto, con barba larga, gorra de marinero y cachimba en la boca. Se trata de una taberna marinera bautizada como L’Espineta, instalada por su esposa, Ivonne Hortet, y que en la actualidad siguen regentando sus hijos. “Espineta –escribe Barral- es el nombre de un guiso feroz, de un matahambre que se hacía antiguamente con salazón de espina de atún y era el más barato de los cocimientos pensables”.

Alguien ha definido a Calafell, a partir de los años sesenta, como el “corredor de tránsito de la llamada literatura social”. En realidad toda Tarragona ha sido cuna de personajes relevantes a lo largo de la historia reciente y, la parte de la costa (como todo el Mediterráneo) fue elegida como lugar idóneo para los ocios.

Por Calafell pasaron y del Mediterráneo disfrutaron, en algún momento de sus existencias, Jaime Salinas, quien alquiló una casa en Sant Salvador, cerca de la del maestro Casals. El peruano Vargas Llosa, escribió en casa de Barral una parte de “La casa verde”. Gabriel García Márquez y Jorge Edwards llegaron a poner casa. Alfonso Sastre acudió un verano, con Eva Forest, y escribía en una taberna parte de su libro sobre Servet. Gabriel Ferrater, Alfonso Costafreda, Juan García Hortelano, Darío Puccini, y el amigo de alma del poeta, otro vate, Jaime Gil de Biedma. Cortázar pasaba de vez en cuando. Juan Larrea con su nieto cuando estaba recuperándose de su primera intervención quirúrgica, y tántos otros, como el ministro Alberto Oliart, muy amigo de Barral, pasaría también por Calafell.

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Calafell, Sanatori Sant Joan de DeuEdificio querido por los calafellencs es el antiguo Sanatorio de Sant Joan de Deu, a pesar de pertenecer administrativamente al Vendrell. Fue regido por los hermanos del mismo nombre. Dice González Ledesma que los hermanos lo vendieron para poder edificar el hospital que tienen en Barcelona, y fue a parar a manos de Julio Muñoz Ramonet. Tanto Barral como Juan Marsé (avecindado en Calafell), se refieren a este edificio (ahora convertido en un hotel de muchas estrellas) como el más significativo de toda la costa, ya abandonado cuando ellos se inspiraban en él en particular y en Calafell en general, para ambientar sus obras literarias. Fue edificado en la década de los veinte del siglo pasado, lo inauguró Alfonso XIII y funcionó durante bastantes años, con la interrupción de la Guerra Civil.

A fecha de 2004 toda la costa del Baix Penedès ha aumentado su población de forma pródiga, en el caso de Calafell, entre los años 1991 y 2001, el aumento ha sido del cien por cien, a lo que es necesario añadir la población veraniega y turística. La oferta es importante. Además de los distintos monumentos, yacimientos, edificios y Casa Barral, la población se congrega a las llamadas del Carnaval Xurigué, del Mercado del Mar (a final de mayo), del Mercado Medieval (en septiembre), de la Castanyada (final de octubre), la Xatonada y l’Arrossejat popular (principio de junio) y las jornadas gastronómicas en noviembre, donde pueden degustarse, además de lo anterior, los postres típicos els cossetans.

En Sant Antoni (17 de enero) Els Tres Tombs rememoran con sus desfiles los trabajos olvidados del campo penedesenc, después de escuchar misa en la iglesia del pueblo, bendecir a los animales y repartir coca y vino.

En febrero festejan a la Candelaria.  Por Sant Joan encienden lumbres. El 29 de junio, conmemoran a San Pedro Pescador, patrón del Barrio Marítimo, donde se ubica la iglesia del mismo nombre. El 16 de julio guardan fiesta a la Virgen del Carmen, en el pueblo. Todos los habitantes y visitantes encuentran sus ocios, distracciones, anhelos culturales o simplemente turísticos, en este delicios enclave. Otros, sencillamente, siguen su vida paseando por la orilla del mar, pescando o jugando a las cartas en el Llar dels pescadors jubilats.

© Isabel Goig e Israel Lahoz
"Una mirada sobre el Baix Penedès"

https://tarragona-goig.org

Calafell y su Ciutadella

Arxiu Històric Municipal, Ajuntament de Calafell

Tria peix

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Pa benéit  Remendadores  Sanatori  Sant Antoni
Ball de faixes Barca Barques Iaia

Entitats del municipi
i habitants, 2004

Calafell - 7.094
Bellamar - 227
Bonanova - 142
La Platja de Calafell - 2.919
Segur de Calafell - 8.523

CLICK!!Carlos Barral y su querencia por Calafell
CLICK!!Juan Marsé i el Baix Penedès
CLICK!!Garrón de cerdo o de cordero con cebada
 
   Elaboración de un guiso extraído de
  “Petita història de la Ciutadella Ibèrica de Calafell".

TRADICIONES del Baix Penedès
La costa ilergética y las thermas de Calafell,
        Celestino Pujol y Camps

Calafell - Web de l'Ajuntament
Calafell - Ruta Palau Robert
Iber Calafell
Ciutadella Ibérica de Calafell
La Ciutadella Ibérica
Museu d'Arqueologia de Catalunya
Rafael Romeu, pintor de Calafell
CEIP Santa Cruz de Calafell
Castillos del Baix Penedès
Calafell - Ruta del Xató
Calafell - Piera Edicions
Calafell - Dades generals, Municat

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© Isabel Goig, Israel Lahoz y Luisa Goig, 2005