EL ENTORNO RURAL

Biodiversidad ganadera que desaparece.
El caso del Moltó Tarragoní

 

© Santiago Álvarez Bartolomé
Enginyer Agrònom

 


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A continuación exponemos  algunos aspectos poco conocidos de una raza autóctona de Cataluña ya desaparecida conocida como moltó tarragoní. Una población ovina que estudió el doctor Emili Giralt i Raventós, antiguo director del Centre d'Estudis d'Història Rural de Cataluña. Lamentablemente su inesperada desaparición precipitó que sus conclusiones, no viesen la luz. Desde aquí queremos agradecer a sus hijas, Mireia y Olga Giralt Esteve, su predisposición y colaboración al facilitar la consulta del  archivo del doctor Giralt, que incluye numerosos documentos, la mayoría de finales del siglo XIX, que se han revelado como una interesante fuente de información y conocimiento de esta raza. 

La denominación habitual que tradicionalmente ha recibido esta antigua raza en lengua catalana ha sido moltó tarragoní”, que podría traducirse como “carnero tarraconense”. Este apelativo aparece ya documentado durante el siglo XVII, compaginándose simultáneamente con otras denominaciones como “moltó negre” o “moltó de la terra” (Bosch et al., 1992).

La comarca de la Segarra (Lérida) fue la cuna de esta antigua raza ganadera, motivo que explica la aparición de otras denominaciones locales menos conocidas como “raza segarrenca” (Rovira, 1884). Este hecho ha propiciado que algunos autores hayan confundido e incluso diferenciado el moltó tarragoní y la raza segarrenca como dos poblaciones distintas.

 

DESCRIPCIÓN MORFOLÓGICA DEL MOLTÓ TARRAGONÍ


 

El moltó tarragoní aparece descrito en varios documentos fechados entre los siglos XVII y XIX. Se trataba de una raza de reconocido prestigio carnicero tanto en su territorio tradicional de explotación como fuera de él, alcanzando su fama a toda Cataluña. 

A través de la descripción realizada por Virgili (1892), ingeniero del servicio agronómico provincial de la provincia de Tarragona, hoy nos podemos hacer una idea precisa de las características morfológicas de esta población.   

Se trataba de un ganado de gran alzada, de mayor tamaño que el resto de agrupaciones raciales vecinas. Su cabeza era grande y de perfil marcadamente convexo, estando desprovista de lana. Sus ojos eran grandes y vivos, sus orejas lisas y pequeñas de cuello largo y poco grueso. Su tronco era alto, alargado, ancho y redondeado de cuarto trasero. Su vientre desprovisto de lana, lo mismo que las extremidades que eran largas y delgadas vistas desde frente, pero muy anchas vistas de perfil. 

Un elemento diferenciador de la raza era su cornamenta. Estaba presente en la totalidad de los ejemplares y se caracterizaba por ser gruesa, baja y pegada a la cabeza en forma de media luna y poco enrollada en espiral. La existencia en los rebaños de ejemplares mochos denotaba cruzamiento y falta de pureza. 

El color dominante y típico de la raza era el negro, aunque ya eran muy frecuentes, a finales del siglo XIX, los rebaños integrados por animales  de color blanco, debido al mestizaje que venía impuesto por los nuevos cánones productivos de la época. 

Los sementales conservaban un carácter de bravura que los hacía especialmente feroces en las peleas de monta y difíciles de manejar  cuando alcanzaban cierta edad.

 

IMPORTANCIA Y EXTENSIÓN - ZONA DE ORIGEN


El ámbito territorial del moltó tarragoní no se circunscribía únicamente a la provincia de Tarragona ya que también se  documenta su presencia en algunos municipios limítrofes de las provincias de Barcelona y Lleida.  

Virgili (1892), define y delimita este territorio con precisión. Por el sur limitaba con el mar mediterráneo, una frontera natural que hoy coincidiría aproximadamente con la franja litoral que ocupa la Costa Dorada, por el norte penetraba en la comarca de la Segarra hasta llegar a Cervera y se internaba también en la provincia de Barcelona a la altura de la localidad de Pujalt, alcanzando también las localidades de  Calaf, Igualada y los llanos del Penedés (figura 1).

El mismo autor señala que, a pesar de su denominación la raza no estaba presente en todos los partidos judiciales de la provincia de Tarragona, faltando de los de Gandesa, Tortosa y Falset, en los que se podían encontrar otras dos agrupaciones raciales distintas, una de naturaleza serrana y otra, en la zona de influencia de Falset (oveja maellana). 

El territorio del moltó tarragoní se vio reducido de manera muy importante durante la segunda mitad del siglo XIX. Hacia 1890 prácticamente sólo podía encontrarse en las inmediaciones de la localidad de Sant Sadurní d’Anoia (Alt Penedés). En el año 1891 solamente restaban algunos ejemplares mestizos en las montañas de Montagut y Selma. 

Durante las primeras décadas del siglo XX, continuó la importación de ganado aragonés y castellano, y el territorio del moltó tarragoní fue incorporando progresivamente este nuevo ganado que propició entre otras cosas: una disminución de su talla, el cambió de coloración de su vellón, un incremento progresivo de su lana y la pérdida de su cornamenta (figura 2).  Pocas décadas después, hacia 1930, Rosell i Vila describe el ganado ovino que observa en la comarca de la Segarra y por aquel entonces ya se encontraba bastante degenerado aunque presentaba tanto pelo como lana, característica esta última probablemente heredada del antiguo moltó tarragoní (figura 3).

 

EL MOLTÓ TARRAGONÍ Y LA OVEJA MAELLANA


Gracias a la agudeza descriptiva de Virgili (1892), sabemos que el moltó tarragoní era muy similar a la oveja maellana (figura 4). A este autor también se le debe el mérito de haber  descrito y documentado la raza maellana por vez primera:  

“El lanar que posee el Sr. Serrate, inteligente ganadero de Gandesa, tiene la cabeza muy acarnerada y desnuda, espina dorsal larga, es ancho y redondeado del cuarto trasero, alto y ancho de patas, cuello algo largo y con pelo de cabra. Recuerda al moltó tarragoní, pero es blanco y mocho como todo el del país. […]. Este ganado es preferido en toda la comarca y su poseedor tiene especial cuidado en la elección de los moruecos que adquiere de otros rebaños, porque opina que eligiéndolos del propio para cubrir las ovejas hermanas se obtienen crías enfermas o locas”.

La raza maellana, hasta mediados del siglo XX se extendía por las  zonas llanas de las Tierras del Ebro catalanas, incluyendo localidades como Batea, Mora d’Ebre, Bot, Ascó, Gandesa y descendiendo río abajo alcanzaba la localidad de Tortosa.  Su territorio se ha visto reducido de  manera muy importante durante las últimas décadas aunque en Cataluña todavía se conserva un último rebaño en la localidad de Arnes que está integrado dentro del libro genealógico de la raza.

La oveja maellana hoy ocupa un territorio más reducido que el que ocupó en el pasado que en cierto modo se sostiene gracias a las ayudas europeas y que hoy coincide a grandes rasgos con el triángulo que definen las localidades de Caspe, Alcañiz y Gandesa  que tiene como epicentro a la localidad de Maella.

El moltó tarragoní y la oveja maellana tenían varios elementos en común, además de presentar un gran parecido morfológico ocupaban territorios  muy próximos. En este sentido, dentro de las explotaciones ganaderas de raza maellana, aparecen todavía ejemplares de capa negra que el estándar oficial de la raza impide inscribir en su libro genealógico (figura 5). Estos ejemplares negros serían hoy muy similares al antiguo moltó tarragoní.

Entre los ganaderos antiguos de la Terra Alta existía la antigua superstición de que estas ovejas negras auguraban buena suerte y  tenían la capacidad de alejar a los rayos y  males  del rebaño. A estas ovejas, de coloración totalmente negra,  se les denominaba “centelleres” y todavía hoy los ganaderos de Arnes coinciden en señalar que  no se les debe infligir ningún daño ni hacer sangre, ya que de otro modo pierden estas facultades.

Estos argumentos, nos permiten afirmar que probablemente la raza ovina maellana y el moltó tarragoní, formaron parte, en el pasado, de una misma agrupación racial que con el tiempo acabó diferenciándose en dos razas independientes.

Considerando esta posibilidad, el territorio histórico de la raza tarraconense podría considerarse una extensión natural  del de la raza maellana, en el que se conservó la forma más primitiva y genuina.

 

ORIGEN Y TRADICIÓN

Según la clasificación de los ovinos españoles establecida por Sánchez et al. (1979), el moltó tarragoní quedaría encuadrado dentro del troco entrefino. Su representante ancestral, tradicionalmente ha sido identificado con el Ovis aries ligeriensis, tipo primitivo de Europa Central que llegó a Francia y a través de los Pirineos penetró en la península ibérica.

Forcada Miranda (1984) indica que en aquellas razas en las que coinciden las capas blanca y negra,  el color negro fue anterior al blanco, para posteriormente quedar circunscrito a determinadas zonas montañosas y pobres. En aquellas razas en las que actualmente conviven las capas blancas y las negras, la variedad negra parece representar la mayor pureza racial y en algunos casos la original de la raza.

Emili Giralt i Raventós  incluye a la raza tarraconense dentro del conocido como tipo pirenaico, descrito por Sansón (1910).

En el distrito francés del Bearn y en el País Vasco francés existe una raza ovina denominada vasco-bearnesa que guarda cierto parecido con el moltó tarragoní.

El moltó tarragoní aparece ya documentado con esta denominación en el siglo XVII. Para ser más exactos, en el año 1687 la  Universidad de Vilafranca del Penedés y su Iglesia parroquial establecieron una concordia en la que se repartían ciertos privilegios y ya se mencionaba la raza (Bosch et al., 1992).


“Es pactat y concordat entra las matexas parts y per evitar lo litigi en quant a la taxa del número dels moltons que la dita reverent Comunitat podía fer péxer y pasturar per lo terme y territorio de dita vila. Per co, la dita Universitat de Vilafrancha de Panadès, ab thenor del present capítol, convé y promet a dita reverent Comunitat de Preveres de la iglesia Parrochial de la matexa vila, que puga y le sie lícit y permès tenir un remat de moltons negres, dits tarragonins, de número de cent y trenta caps dins lo dit terme y territori, y de fer depéxer y pasturar las erbas de las terras, així cultivas, hermas, boscosa y montayonas de aquel, per totas aquellas parts y partidas que lo bestiar propri de la matexa Universitat, e, o del asegurador de les Carniserias Públicas y comunas de la matexa Universitat. Ab expresa declaratió que los dits cent y trenta caps de moltons tíngan de anar asenyalats ab lo señal o armas que usa dita reverent Comunitat, que són dos ulls”

 

CAUSAS DE SU DESAPARICIÓN

La importancia de la carne de carnero en la dieta catalana ha sido muy importante. Francisco de Zamora señalaba, a finales del siglo XVIII, que la gente acomodada de Barcelona consumía mucha carne, siempre de carnero, mientras que los pobres consumían poca carne y generalmente de oveja, caprino o vaca (Gras et al.,  2000).

A finales del siglo XIX, en plena crisis finisecular, se producen una serie de cambios socioeconómicos y alimentarios que afectaron de una manera determinante al devenir y conservación de esta antigua raza. Dentro de este contexto de crisis, se observa un cambio de tendencia en el consumo de carne de carnero, prefiriéndose en este periodo animales de menor tamaño que los que producía la raza tarraconense. Contribuyeron  a este fin los intereses de los carniceros, quienes pagaban impuestos a razón del peso y no del número de animales sacrificados. Este hecho propició que se prefiriese sacrificar un mayor número de animales de menor talla que reportaban mayor números de menudos, cabezas e  hígados, alimentos de gran consumo en aquel contexto histórico. En segundo lugar también intervinieron los intereses de los consumidores, quienes no siempre valoraban la bondad i calidad de la carne del moltó tarragoní. March (1897), señala que las amas de casa preferían comprar una docena de costillas de esta carne para el uso diario que un menor número de las mismas pero de mayor peso, ya que estas buscaban un precio económico y un reparto fácil.


Este cambio en los hábitos alimenticios locales propició que en pocas décadas la raza desapareciese de la mayoría de explotaciones ganaderas. Los ganaderos cruzaban sus cabañas con sementales de otras agrupaciones raciales de procedencia aragonesa, manchega o levantina que acabaron sustituyendo la población original (figura 6).

En 1866 algunos propietarios de Sant Sadurní d’Anoia, cansados de comer carne de baja calidad se juntaron en sociedad, para defender la calidad de las carnes que consumían (Rovira, 1884).

“Cansados los propietarios de esta villa de comer carne mala se juntaron en sociedad en el año 1866 i desde esta fecha se come aquí carnero tarraconense y es fama por nadie desmentida que nosotros comemos la mejor carne de España i esto es lo que tendría Barcelona […]”

Existieron algunos intentos proteccionistas hacia la carne de moltó tarragoní. En 1884 se encomendó al ayuntamiento de Barcelona que una comisión estudiase el modo de corregir los elevados precios que gravaban algunos artículos de primera necesidad y que tenía que permitir que la raza se recuperara, pero dichos intentos no prosperaron.

Existieron otras causas que también contribuyeron a la desaparición del moltó tarragoní. Con la llegada del ferrocarril a Cataluña y la consecuente mejora de las comunicaciones, se incrementó el tránsito de mercancías, y  la entrada de ganados con destino al abastecimiento de la ciudad de Barcelona.

La expansión de un cultivo plurianual, como la viña, impedía el aprovechamiento de las rastrojeras y también contribuyó a reducir la actividad ganadera. Durante el siglo XVIII, gracias a la demanda de aguardiente de los países del norte de Europa y al desarrollo del mercado americano, algunas comarcas catalanas empezaron a especializarse de forma exclusiva en la producción de vino. Las consecuencias de este cambio de actividad también repercutieron de forma importante en la población ovina local. A principios del siglo XX, la antigua raza tarraconense desaparece para siempre.

 

BIBLIOGRAFÍA

Barallat, H. 1884. Excursió a Sant Pere de Riudevitlles, Sant Quintí de Mediona i Mediona. Memòries de la Associació Catalanista d’Excursions Científiques, XII: 511-537.

Gras, M. i Pérez, MA. 2000. “Els tractats d’agricultura i alimentació pagesa a l’època moderna”, Estudis d’Història Agrària, 13:63-106.

Bosch, J.M.; Coll, M.C.; Vallés, J. i Vidal, J. 1992. El Llibre Verd de Vilafranca. Fundació Noguera. Barcelona, Vol. II.

FAO: Extint breeds list. http://www.fao.org/dad-is/, (02/02/2014).

Forcada, F.1984. Estudio etnológico y productivo de la agrupación ovina roya bilbilitana. Tesis doctoral. Universidad de Zaragoza.

Giralt, M. i Giralt O. 2008. Fonts documentals referents al moltó tarragoní recopilades per Emili Giralt i Raventós. Estudis d’història agrària, 21:79-88.

Hall, S. J. G. and Ruane, J. (1993), Livestock Breeds and Their Conservation: A Global Overview. Conserv Biol, 7: 815–825.

March. 1897. Duas cartas. L’Art del Pagès, XIV:113-117

Rovira, P. 1884. Moltó Tarragoní. L’Art del Pagès, VIII: 207-209.

Scherf, B. 1997. Lista Mundial de Vigilancia para la Diversidad de los Animales Domésticos. FAO. 2a Edición. Scherf, B. 2000. World watch list for Domestic Animal Diversity. FAO. Roma. Third edition. http://www.fao.org/docrep/v8300s/v8300s00.htm, (02/02/2014).

Rischkowsky, B. and Pilling, D. 2010. La situación de los recursos zoogenéticos mundiales para la alimentación y la agricultura, FAO. Roma.

Rossell, P.M. 1931. Les races animals relacionades amb l'etnologia de Catalunya. Agricultura i Ramaderia, 14:114-116.

Sánchez, A y Sanchez, M.C. 1979. Razas ovinas españolas. Publicaciones de extensión agraria. Madrid.

Virgili. 1892. Provincia de Tarragona. La ganadería en España: avance sobre la riqueza pecuaria en 1891. Junta Consultiva Agronómica. Madrid.

 

© Santiago Álvarez Bartolomé
Enginyer Agrònom
 

Este trabajo es un resumen del artículo que aparece publicado en la revista ARCHIVOS DE ZOOTÉCNIA y que puede ser consultado en el siguiente enlace:

El Moltó Tarragoní, una raza antigua extinguida

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